jueves, 22 de abril de 2010

TODAVÍA FLOREZCO


Pese a todo,
pese a tanto,
todavía florezco
en primavera,
cuando los ranúnculos, 
con su piel charolada, 
motean los prados como copos de sol;
los mismos prados que en otro tiempo 
acogieron nuestros cuerpos ansiosos
y fueron madres tibias e indulgentes,
y fueron esponjosos lechos.

Todavía reconozco las mismas estrellas
que engarzaban sus auras centelleantes
en el agua de nuestros ojos,
fundiendo en ellos la reluciente esfera de la noche 
y propiciando el sabor lento de los besos.

Pienso entonces en cómo serían ahora mis días
de no haber tenido conmigo
la firmeza de tus manos,
la determinación de su pulso,
que me sostuvo, con su cable de acero,
para impedir
que una última hebra de humo 
perdiera el cabo que me ataba a la hoguera.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Una visión de Fiammetta (la musa de Boccaccio)" (1878), Dante Gabriel Rossetti. Colección de Andrew Lloyd Webber

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sábado, 13 de marzo de 2010

TORMENTA


Algunos días
el cielo sufre un viraje repentino,
y el brocado que forman las nubes
sobre el satén cerúleo
se enturbia de grises.
La voz blanda de la brisa
no hace presagiar el aguacero,
hasta que se desboca como un garañón
y muda en vendaval.

Cuando eso suceda, mi amor,
y la tormenta nos alcance
con su guirnalda de látigos,
emprendamos carrera en pos de cobijo,
busquemos la guarida
que haya resistido los embates del barro,
la que conserve en su lecho
rescoldos y humo.

Y si el cielo horada
nuestro asilo con flechas de vidrio,
y un mar embravecido nos espera,
que un golpe de timón nos salve del naufragio,
y que tus ojos enarbolen alas de paloma.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La despedida" (1892), Alfred Guillou

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domingo, 21 de febrero de 2010

FELICIDAD


Felicidad es una palabra
que se articula con la boca muy abierta,
transformando la garganta en un arroyo cristalino
y elevando comisuras y agudos
con pulmones de soprano.
No es fácil pronunciarla, no,
cuesta vocalizar cada una de sus sílabas,
porque cualquier repentino enfriamiento
paraliza la laringe con un carámbano
que termina por ser estalactita,
y ni siquiera el ruiseñor,
trinando indiferente a las lindes
cercadas con alambre de púas,
puede servir de ejemplo.
Resulta trabajoso incluso deletrear
signos tan escogidos,
pues se encasquillan en los labios
antes de que la lengua pueda percutirlos.

Pero
a veces la fortuna acecha,
y aletean insectos fluorescentes
en medio de la noche circular que forma la pupila,
destellos encendidos de luciérnaga
virando del rojo al verde,
del calor de la risa a la armonía,
y entonces las cejas
se levantan y alzan vuelo, y son garzas solemnes,
detrás van las mejillas, ahuecando sus lomos,
los dientes, que relucen su precioso marfil,
y la barbilla, que gira en la bisagra del cuello,
inclinándose hacia arriba y hacia atrás,
como abriendo la tapa del cofre de un tesoro.

A veces la fortuna acecha,
emboscada tras el matorral y los barrotes,
izando su bandera con la voz
de un vértigo lujurioso y transparente.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Crepúsculo", Jared Joslin

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